EL USO DE LA SÁBILA, DESDE EL ANTIGUO EGIPTO
Hoy sabemos con precisión que la planta tiene vitaminas, minerales y ácido salicílico.
El aloe vera, también conocido como sábila, tiñe de verde no pocos paisajes áridos desérticos. Sin embargo, la verdadera fuerza de esta planta no está en su aspecto exterior sino en su interior.
“Ya desde hace miles de años esta planta se conoce por sus propiedades curativas. Ya la conocían los sumerios”, dice Kim Beisel, del Centro Aloe Vera de Alemania.
Efectivamente, muchas leyendas y conocimientos relacionados con esta planta, que pertenece al género de los asfódolos, son muy antiguos. “Por ejemplo, el aloe vera ya se plantaba alrededor de las pirámides del antiguo Egipto”, dice Beisel.
“Cuando la planta estaba en flor, se sabía que el faraón recién fallecido había llegado sano y salvo al más allá”. Además, varias reinas egipcias, como Nefertiti y Cleopatra, parecen haber usado el aloe vera para cuidar su piel. “Esta planta incluso desempeñó un papel en la conservación de las momias del Antiguo Egipto”, asegura Beisel.
Por tanto, ya en la antigüedad se sabía que el aloe vera es un verdadero milagro que ayuda a resolver muchos problemas. Hoy, sin embargo, se sabe con mayor precisión porqué es así: “la planta contiene más de 200 sustancias activas, entre ellas numerosas vitaminas, minerales, aceites etéreos y el ácido salicílico, que es analgésico”, explica la dermatóloga Ingrid Schmoeckel.
En los últimos años, el aloe vera ha ganado prestigio sobre todo en el ámbito del cuidado de la piel, aunque al principio solo como remedio práctico contra las quemaduras de sol. Más tarde, investigadores del sector cosmético descubrieron otras aplicaciones de la planta para varios productos. Ha sido sobre todo la alta concentración de las vitaminas A, C y E la que ha suscitado el interés de los científicos. Estas vitaminas desempeñan un papel importante en la protección de las células de la piel.
Además, las sustancias activas del aloe vera contienen una alta concentración de vitaminas del grupo B que, según los investigadores, pueden estimular el metabolismo de la piel.
“Las investigaciones han demostrado que el aloe vera puede multiplicar por cinco el metabolismo celular”, dice Beisel. Sin embargo, aparte de sus numerosas sustancias positivas, el aloe vera también tiene su lado oscuro: contiene una sustancia activa llamada aloína, que se encuentra en la corteza de la hoja y que se conoce sobre todo por su fuerte efecto laxante. La Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA, en sus siglas en inglés) ha descrito unos 30 casos de graves efectos secundarios como alteraciones de la tensión arterial y fallos renales, que se atribuyen a la aloína.
Sin embargo, las sustancias activas que se usan en el cuidado de la piel no se encuentran en la corteza sino en el interior de la hoja. Actualmente, muchos productos contienen extractos de la parte interior del aloe vera: en los productos solares protegen la piel irritada, en geles de limpieza tienen un efecto antibacteriano, en el rímel refuerza los pelitos, y en muchas lociones de baño y champús se aprovechan sus propiedades hidratantes.
El aloe vera no solo se usa en cremas, sino que también tiene usos internos, por ejemplo como jugo. Los procedimientos de extracción ultramodernos garantizan que la sustancia aloína no entre en la bebida.
Según las investigaciones, el jugo de aloe vera sin la aloína fortalece el sistema inmunológico y, gracias al ácido salicílico, ayuda en casos de cefaleas leves.