Cómo el lugar más árido del mundo se convierte en bandera de la energía hidroeléctrica
“Espejo de Tarapacá” es un proyecto que se llevará a cabo en el desierto de Atacama, la zona más árida del planeta. Gracias a un enclave y a unas condiciones únicas, se podrá construir a cabo una central hidroeléctrica que suministrará energía renovable a 3 provincias de Chile.
Encontrándonos en el año 2015, y a punto de pisar 2016, pocas cosas deberían sorprendernos de nuestra propia especie. En mi opinión, si retrocedemos tan sólo 100 años de los millones de años que llevamos pisando la tierra como homínidos, nos sorprenderíamos de lo que hemos conseguido. En perspectiva, hay muchos elementos sorprendentes, pero igualmente lo es poblar un desierto y convertirlo en un imperio como se hizo en Las Vegas. Lo es aún más si la base es Atacama, el desierto más árido del mundo, que alberga el telescopio Alma, y en él queremos llevar a cabo un proyecto de central hidroeléctrica como “Espejo de Tarapacá”.
Y sí, éste es una luz que guía hacia el futuro, ejemplificando que cuanto más difícil es el reto y más adversas parecen las condiciones, más adecuado puede ser un inhóspito paisaje. Según Francisco Torrealba, cofundador de Valhalla, la empresa que plantea el proyecto y que ha obtenido luz verde, el desierto de Atacama “es el único lugar del mundo donde se puede desarrollar un proyecto así”, y es que goza de un enclave único.
La explicación la encontramos en que el desierto cuenta con morfología montañosa y se encuentra muy cerca del mar, del que se planea aprovechar el agua sin cambiar de esta. Con esto y la radiación solar más intensa de la Tierra, que ayuda a generar una cantidad enorme de energía fotovoltaica, se construirá una central de bombeo que puede generar 300 megavatios, lo que supone poder alimentar tres provincias chilenas.
Teniendo en cuenta todos estos factores, comienzan a encajarse las piezas del puzzle. En primer lugar se construye un parque fotovoltaico que aproveche toda la radiación de la zona y acumule la energía obtenida para transportar el agua hacia dos embalses naturales que cuentan con una capacidad para albergar una cantidad de agua similar a 22.000 piscinas olímpicas. Dado que se pretende generar energía las 24 horas, por la noche el agua se dejaría caer por los mismos túneles que anteriormente transportaron el agua pendiente arriba (700 metros sobre el nivel del mar), produciendo esa fuerza mucha energía de manera continuada.
Como vemos, lo que a priori suena complicado, y no es nada sencillo, puede convertirse en algo que se lleve a la práctica. Lo que a priori puede parecer un contexto inútil y de nulo aprovechamiento, se puede convertir en todo un ejemplo mundial de la energía limpia y renovable, costando unos 400 millones de dólares, que afortunadamente suponen una cantidad baja gracias al aprovechamiento del paisaje.