La mujer en la industria
El papel de la mujer, a lo largo de la historia humana, es insustituible y difícilmente valuable en su justa dimensión, si bien esto no quiere decir que el del hombre no lo sea, pero aquí el tema es precisamente ella, “la mujer” y en este sentido es indiscutible que si ahora es muy común que se hable de la mujer en sus nuevos roles de empresaria, líder, política, etc, es porque ha llamado la atención su incursión en estas otras actividades tradicionalmente realizadas por el hombre, sin embargo es necesario aceptar que los papeles que ha desempeñado en otras épocas no son menos importantes ni menos trascendentes que ahora, lo que ha cambiado con el tiempo es en el número de las actividades en las que participa, pero ella, la mujer, siempre ha tenido distintos roles en la vida humana y en todos ellos su presencia e influencia ha sido determinante y valiosa.
Lo que sí vale la pena reconocer es que la mujer había participado pero siempre como un “poder tras el trono” o como lo dice también un dicho popular “detrás de cada gran hombre hay una gran mujer” es decir, “tras bambalinas”, y sólo en pocas, muy pocas ocasiones como actor principal, como líder reconocida como tal; esto ha cambiado, aunque desgraciadamente no de manera generalizada en todos los países y la mujer ha ido ganando lugares muy importantes en todos los ámbitos de la vida: como profesionista, como política, como líder, como empresaria y lo más importante, muchas de ellas como autoras directas y protagonistas de sus logros, y otras más siguen como colaboradoras de los logros de otros (llámense esposo, hijos, gobernantes, etc) siendo ambos papeles importantes y dignos de reconocimiento.
Es decir que la mujer, va ganando (y lo seguirá haciendo) lugares preponderantes en la sociedad en roles tradicionalmente masculinos y, señores… esto apenas inicia, considero que apenas comenzamos a descubrir de todo lo que somos capaces: oficialmente la mujer representa la tercera parte de la fuerza de trabajo (económicamente hablando) pero si nos referimos a la fuerza de trabajo “informal” seguramente alcanza más del cincuenta por ciento, y si nos refiriéramos al trabajo no remunerado el porcentaje es aún más alto, sin embargo no sólo hay que valuar su actuación en cuanto a cantidad sino en un sentido más profundo: la mujer no sólo puede y hace bien las tareas que emprende sino que les aplica un sello personal de su género: mayor sensibilidad y otras perspectivas, lo que hace diferente (no mejor ni peor) su labor a la de los hombres.
Y todo ello no es con la finalidad de competir con el hombre sino de compartir con él, el mundo, en igualdad de circunstancias y posibilidades sin que esto signifique de ninguna manera que pretendamos ser iguales (porque la diferencia entre ambos es maravillosa, necesaria, enriquecedora y complementaria) que a partir de nuestras diferencias unamos los esfuerzos para construir un mundo más humano, más incluyente, más integral en beneficio de todos.