La estructura metálica más ligera jamás creada
Todos los siglos tienen su pequeña o gran revolución tecnológica. Desde la imprenta hasta la aviación cada avance ha dejado profunda huella en nuestra vida. En el siglo XVIII llegó la máquina a vapor, el siglo XIX tuvo su bombilla, el siglo XX nos regaló internet y si tuviera que hacer de adivino y vaticinar cuál será el salto tecnológico que más influirá en nuestra sociedad en los próximos años, personalmente, apostaría por los nano-materiales.
Es cierto que sería una apuesta poco arriesgada puesto que, más que una visión de futuro, los nuevos materiales, como el grafeno o los nanotubos, hace tiempo que son el presente y cada día aparecen sorprendentes aplicaciones impensables solo unas décadas atrás.
Materiales capaces de absorber la mayor parte de la luz que reciben, finos cables que podrían elevar un ascensor hasta el espacio, nanotubos de carbono flexibles pero cien veces más resistentes que el acero, metales casi tan ligeros como el aire, delgadas fibras capaces de soportar el impacto de una bala o tejidos mágicos capaces de hacerte casi invisible.
Construcción, aeronáutica, ingeniería espacial, domótica, telecomunicaciones, transporte… las ventajas y utilidades de estos nuevos conceptos son interminables.
Pero lo que traemos hoy es simplemente espectacular. Los ingenieros de la compañía Boeing responsables de su invención lo han denominado “Microlattice” y es sin duda la estructura metálica más ligera que jamás se haya visto.
Es tan liviano por una sencilla razón: está compuesto de aire… un 99,9% de aire.
Diminutos tubos huecos, realizados a partir de una aleación de fósforo y níquel, entrelazados microscópicamente en forma de panel de abeja para aumentar su resistencia y que apenas llegan a los 100 nanómetros de espesor. Para que hagáis una idea utilizaré la metáfora más usada en estos casos: Estos nanotubos son 1.000 veces más delgados que un cabello humano.
Y aun así, es sorprendentemente resistente. Sophie Yang, una de las ingenieras responsables del proyecto, explica en el Magazine Vice que si envolviéramos un huevo en este fino material y lo lanzásemos desde lo alto de un edificio de 25 pisos, aguantaría sin problemas la caída.
Por supuesto, al ser Boeing la empresa responsable de este Microlattice, la primera aplicación que nos llega a la mente es la de utilizarlo para mejorar la industria aeronáutica. Los aviones que utilicen este nuevo material serán más rápidos, seguros y económicos. Sin embargo, un metal así puede revolucionar otros tipos de transporte incluyendo automóviles y sobre todo barcos… ¿Se imaginan barcos construidos a partir de un metal capaz de flotar?
Boeing ya tiene planeado incluir esta sorprendente microred metálica en un futuro cercano en la construcción de sus aviones como complemento y revestimiento en paredes interiores, suelo y asientos.